La liturgia del XXX Domingo del Tiempo Ordinario/B nos muestra a Jesús revelándose al humilde que ora y le da la oportunidad de seguirlo.
Bartimeo, ciego por Jericó, recupera la vista gracias a su fe: no se deja intimidar por quienes le dicen que guarde silencio, sino que continúa invocando la misericordia de Cristo y va a su encuentro para ser curado, luego disponiéndose a seguirlo.
El cristiano no puede ver el camino del Señor si Él, que se ofreció por todos, no lo ilumina con la fe.
Encomendamos a todos los fieles a la protección del Arcángel y juntos oramos para que Dios sane nuestra ceguera espiritual y nos dé la Luz de la fe.
Post a comment