El domingo 3 de febrero, la comunidad eclesial y civil de Monte Sant’Angelo recibió al nuevo Arzobispo.
Una gran multitud invadió la plaza central de la ciudad, primero, y la Basílica del Arcángel, luego, para demostrar y dirigirse a la cálida bienvenida a Mons. Franco Moscone.
En el momento de los saludos se registraron las intervenciones del Vicario foraneo, P. Nicola Cardillo, y del Alcalde, Dr. Pier Paolo D’Arienzo.
«Bienvenido entre nosotros», comenzó el sacerdote, «en esta montaña santificada por la presencia del Arcángel, cuya protección, Excelencia, confiamos a su persona y su ministerio episcopal».
Tomando su ejemplo del lema elegido por el Arzobispo en su escudo de armas, el ciudadano de Primo ha enfatizado la misión común que los ve «comprometidos a guiar a las comunidades en diferentes frentes, pero con los mismos objetivos e idénticos: crear las condiciones para el bienestar. Lo material y lo espiritual pueden generar comunidades unidas y unidas».
La respuesta del prelado, entre otras cosas, centró el aspecto de la amistad, «el gran deseo de cada persona: ser y tener amigos. Mi compromiso es ser un amigo aquí en Monte Sant’Angelo, un lugar donde las dos realidades de la montaña y el mar están perfectamente unidas y constituyen un maravilloso equilibrio de belleza y vida: esto me puede ayudar a sentirme y sentir amigos y parte. De una experiencia de imagen y corazón».
Después de recibir el homenaje de un grupo de niños y alumnos, el pastor diocesano se dirigió al Santuario a través del curso de la ciudad: junto a él, el clero local, las autoridades civiles y militares, las cofradías, los muchos fieles. Las notas hechas por el City Band Complex y la alegre participación de la gente ayudaron a dar el “sabor” de la fiesta patronal: tantas sonrisas y muchas manos extendidas a las que el Arzobispo respondió con afecto paternal.
La celebración eucarística en la Gruta de San Miguel ha sellado, por lo tanto, la importancia de esta ocasión: el sucesor de Lorenzo Maiorano, Mons. Moscone presidió los Misterios Divinos en esa Gruta que durante siglos ha acogido a hombres y mujeres que desean el perdón y la reconciliación.
Una solemne liturgia, curada y participada: el coro de la Basílica apoyado por la colaboración instrumental de los maestros locales de violín, flauta y clarinete, el servicio litúrgico del santuario, la colaboración de las realidades parroquiales, han propiciado el ambiente adecuado de oración y comunión.
«Bienvenido, Excelencia, bienvenido a este templo tan singular y a nuestros corazones»: saludando personalmente, el Rector, el P. Ladislao Suchy, aseguró al Obispo su compromiso de profesar «devotos hijos, listos para recibir y atesorar el Sus directivas paternas y preciosas». Y agregó: «Vamos a encerrarlo en un abrazo grande, cálido y unánime. San Miguel Arcángel la protege y la defiende de todas las trampas, para que su apostolado siempre pueda ser fructífero y lleno de consuelos y bendiciones».
Rallar y mover, p. Franco (como él quiere que lo llamemos) ha dado pensamientos y reflexiones relacionadas con el tema de la justicia de que siempre debemos estar hambrientos de sed: «Cuida especialmente a nuestra gente, ten manos inocentes». Su advertencia contra la idolatría también es fuerte: «constituye cultos y rituales opuestos a los de Dios: exalta el interés privado en lugar del bien público, realza la apariencia en lugar de la sustancia, empuja a la corrupción y la violencia». Y la conclusión: «solo la cruz de Cristo es el arma que debe ser desafiada: ¡la única arma ganadora del bien!».
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